Hace unos años me regalaron un vale para ver una obra de teatro. El vale era canjeable por una entrada, así que un amigo vino también a la función comprando una entrada adicional por unos treinta euros.
Se trataba de una obra de teatro que resultó ser soporífera y que además apenas entendíamos. Me aburrí increíblemente durante una hora hasta el primero de dos descansos, y entonces le propuse a mi amigo lo lógico: abandonar el teatro y dedicar nuestro tiempo a hacer cualquier otra cosa.
Para mi sorpresa, aunque mi amigo tampoco lo estaba pasando bien precisamente, al contrario que yo prefería ver la función entera. Sus motivos eran que ya habíamos visto una hora de la función y que además había pagado treinta euros por la entrada. Mi amigo no estaba decidiendo basándose en qué prefería hacer las próximas dos horas, sino que lo estaba haciendo basándose en un pasado que ya no podía cambiar (los treinta euros y la hora invertida).
Teoría económica
La teoría económica tradicional dice que solo aquellos costos prospectivos o futuros son relevantes en la toma de decisiones de inversión. Sin embargo el ejemplo anterior muestra que evidentemente existe un sesgo que nos hace tomar decisiones en función a la inversión realizada, puesto que relacionamos la misma con una pérdida.
Esto es precisamente lo que recoge la economía del comportamiento, que se fija en fenómenos como la aversión a la pérdida y los efectos de encuadre.
El comportamiento descrito anteriormente se puede observar en muchos otros casos, por ejemplo:
- Acabar un plato de comida aunque ya no tienes hambre porque lo has pagado por completo.
- No vender un mueble que no necesitas porque el precio que te ofrecen es mucho menor del que pagaste
- Acabar de leer un libro que no te gusta porque ya has leído la mitad del mismo
En todos los casos anteriores la decisión sería diferente si consideramos solamente los costes y recompensas futuras. No obstante tendemos a tomar una decisión errónea al evaluar el coste hundido o sunk cost.
El coste hundido
Coste hundido o coste irrecuperable es un gasto ya incurrido que no podemos rescatar. Este es el caso de la entrada de teatro, del plato de comida, del precio del mueble o del tiempo invertido en el libro. En todos esos casos hemos incurrido en el gasto anteriormente y no es posible recuperar el mismo. Puesto que se trata de gastos irrecuperables, nuestras decisiones no deberían verse afectadas por los mismo. Por lo tanto las decisiones racionales en cada uno de los casos anteriores serían abandonar el teatro, no acabar el plato, vender el mueble y dejar de leer el libro.
Sin embargo, aunque todos los ejemplos anteriores son banales, la falacia del coste hundido también se da en el ámbito empresarial y político cuando hablamos de cantidades muy importantes de dinero y recursos.
Imagina que has invertido 20 millones de euros en una fábrica. Llegado este momento tienes la posibilidad de acabar el proyecto gastando otros 20 millones o de comprar una fábrica existente y totalmente equivalente en cuanto a calidad y precio por 15 millones. La tendencia será a gastar 20 millones y acabar el proyecto, porque de lo contrario veríamos los primeros 20 millones como un gasto innecesario. No obstante, la realidad es que estamos gastando 5 millones más de lo necesario.
Imagina que has invertido 5 millones de euros en R&D para crear un nuevo producto. Estimas que son necesarios otros 2 millones para acabar el desarrollo cuando descubres que una empresa va a sacar al mercado un producto equivalente e incluso con mejores características que el tuyo. Aunque lo lógico sería parar el desarrollo y no gastar los últimos 2 millones, muchas personas tenderán a acabar el proyecto puesto que de lo contrario verían los 5 millones ya invertidos como una pérdida. La realidad es que van a gastar dos millones más de manera totalmente innecesaria.
Imagina que has perdido miles de soldados en una guerra cuando te das cuenta de que es imposible que puedas ganarla. ¿Te rendirías para evitar perder todavía más soldados o seguirías luchando hasta el final?
Coste hundido en Gestión de Proyectos
Cuando tomamos decisiones en Gestión de Proyectos es muy importante ser conscientes de este tipo de trampas y estar seguros de evaluar exclusivamente los costes y las recompensas futuras. Algunos casos en los que podemos ser influenciados por la falacia de coste hundido son:
- No prescindir de personal innecesario
- Continuar trabajando con una subcontrata que no está funcionando adecuadamente
- Aceptar malas condiciones en una negociación por miedo a que se nos escape el acuerdo
- Acabar el desarrollo de un proyecto innecesario
- Realizar viajes o reuniones innecesarias que ya estaban planificadas y/o pagadas
- Utilizar tecnología o equipos que no son los óptimos debido a que hemos realizado inversiones previas
Seguro que puedes pensar en otros tantos ejemplos en los que te has dejado influenciar por el coste hundido al tomar tus decisiones.
Conclusión
Tal y como hemos repetido a lo largo del artículo la receta es siempre la misma: considerar únicamente pros y contras de cara al futuro y olvidarnos de los costes hundidos. De esta manera tomaremos decisiones racionales y ahorraremos tiempo y dinero en nuestros proyectos.
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