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Historia de un equipo altamente motivado

En varios artículos anteriores hemos hablado sobre la importancia de la motivación de nuestro equip…

En varios artículos anteriores hemos hablado sobre la importancia de la motivación de nuestro equipo, algunos factores que afectan a la misma y cómo conseguir mejorarla. Esta vez voy a compartir una historia sobre mi primer puesto de trabajo que muestra las circunstancias que hacía que aquel fuese un equipo altamente motivado.

En algún momento del 2005 mi tío visitó una feria de energía solar y conoció casualmente a Matthias, un trabajador de una empresa alemana de construcción que estaba planeando realizar sus primeros proyectos de energía solar en España. Para ello necesitaban un ingeniero encargado de la planificación y puesto que yo residía en Alemania mi tío recomendó que me contactasen. A través de aquel contacto casual acabé firmando mi primer contrato de trabajo. Es curioso cómo situaciones aleatorias determinan el transcurso de nuestras vidas, pero esto es tema para otro artículo diferente.

Goldbeck, que es como se llama la empresa en cuestión, es un negocio familiar que comenzó como un taller hace 50 años y fue ampliándose hasta la actualidad, en la que cuenta con unos 7.000 trabajadores que planifican y ejecutan naves industriales, edificios de oficinas, parkings y plantas solares por toda Europa. La empresa está gestionada por la segunda generación de la familia Goldbeck.

La parte de energía solar existía por aquel entonces desde hacía solamente unos tres años y estaba liderada por uno de los hijos del fundador. El equipo constaba únicamente de unas 15 personas y crecía continuamente gracias a que, además de ganar proyectos externos, contaba con una gran base de negocio que consistía en la instalación de paneles solares en los techos de algunas de las naves que construía la empresa matriz.

El departamento de ingeniería estaba formado por cuatro trabajadores y mi tarea sería la de comenzar planificando algunas cubiertas solares para más adelante encargarme de alguno de los proyectos de huertas solares en España. Además de nuestro grupo la empresa estaba formada por dos jefes de proyectos, dos ingenieros eléctricos, un encargado de compras, una contable y cuatro vendedores.

La empresa cumplía con unas cuantas características que hacían que trabajar en ella fuese altamente interesante y divertido:

1 – Alta responsabilidad individual

Todos teníamos una altísima responsabilidad. Era posible tomar todas las decisiones dentro de nuestros proyectos y en la mayoría de las ocasiones ni siquiera había una persona que comprobase tu trabajo. En mi caso concreto sabía que, en caso de hacer un fallo de planificación, aquel fallo tendría repercusión en la obra.

2 – Alta identificación con los proyectos

Al tratarse de una pequeña empresa el resultado de cada proyecto y, en menor medida, de cada parte de nuestro trabajo, podía influenciar sensiblemente los resultados de la empresa.

3 – Equipo de trabajo formado por amigos

La edad media del equipo era muy reducida al tratarse de un campo nuevo como era la energía solar. Seguramente tendríamos una edad media de menos de treinta años, con lo cual la gran mayoría de los compañeros todavía no tenía familia. Además, la mayor parte del equipo venía de otras ciudades de Alemania y de Europa. Esto hacía que todos tuviesen mucho interés por relacionarse con los compañeros de trabajo. Comíamos juntos todos los días, salíamos a cenar de vez en cuando e incluso íbamos de fiesta muchos fines de semana. Aquel trabajo ha sido el único en toda mi vida al que tenía ganas de volver después de las vacaciones, y la sensación de estar trabajando con mis amigos era sin duda un factor decisivo.

Un pequeño detalle que nunca he vuelto a ver en otra empresa es que todas las mañanas nos saludábamos al llegar al trabajo. Cada persona que llegaba pasaba por la mesa de todos los presentes y les daba la mano y los buenos días. Esto hacía que la relación entre unos y otros fuese más fuerte.

Por último, la empresa organizaba una fiesta de verano y una cena de navidad con las que potenciar todavía más el que fuésemos un grupo de amigos que comparte diferentes experiencias.

4 – Perspectivas de futuro

Teníamos una alta carga de trabajo y estábamos en un negocio en auge, con lo que podíamos aprender y evolucionar laboralmente. Las buenas perspectivas de futuro ayudaban a estar altamente motivado.

5 – Proyectos cortos y repetitivos

Los proyectos tenían una corta duración y eran relativamente simples. Podíamos estandarizar poco a poco las instalaciones, reducir costes, mejorar la eficiencia y además si un proyecto salía mal no tardaba mucho tiempo en acabarse y después llegaría un nuevo proyecto mejor que el anterior. Más tarde comprobaría la gran diferencia que existe con proyectos grandes y de larga duración, en los que las fases más difíciles del proyecto se pueden extender durante meses. En este tipo de proyectos resulta mucho más difícil mantener una alta motivación durante toda la ejecución.

Aumentar la motivación de tu equipo

Como Jefe de Proyectos podemos actuar sobre los tres primeros factores de manera relativamente sencilla:

  • Clara y consecuente división de responsabilidades en el proyecto
  • Información transparente sobre los resultados del proyecto y de las diferentes partes del mismo
  • Hacer hincapié en el team building. Especialmente en proyectos de larga duración deberías hacer todo lo posible porque el equipo del proyecto sea un grupo de amigos.

Con el paso de los años la empresa siguió creciendo y los departamentos se hicieron cada vez más grandes con lo que era difícil enterarse de todo lo que sucedía. Dejó de ser posible saludar a todos por las mañanas, cambiamos de oficinas a unas más grandes y con espacios separados, algunos compañeros se fueron y llegaron nuevos a los que no daba tiempo de conocer bien, nos fuimos haciendo mayores, algunos formaron una familia, etc.

Además de esto cada vez hacíamos proyectos más grandes y en mayor cantidad, lo que hizo que aumentase demasiado el estrés. Por último, las subvenciones a la energía solar cambiaban radicalmente cada año, con lo cual dejamos de tener la sensación de estar en una industria con un gran futuro al depender de las políticas de los países en los que instalábamos las plantas.

Cuando llevaba cuatro años trabajando para la compañía comencé a pensar en cambiar de trabajo y a los cinco años dejé la compañía.

Sin embargo, desde entonces nunca he vuelto a trabajar en un sitio con un ambiente remotamente parecido a aquel y no dejo de pensar en el potencial que tendría cualquier equipo si lograse generar una atmósfera parecida a la que reinaba en aquel Goldbeck de los primeros años.

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