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Tú eres el responsable de tu situación

En muchas ocasiones escuchamos a nuestros compañeros lamentarse por su situación en el trabajo: “mi jefe es un incompetente, el contrato de este proyecto es un desastre, mi cliente es insufrible, nuestra empresa no es competitiva, mi equipo de trabajo no está motivado, nuestras oficinas son muy ruidosas, nuestros gastos de personal son demasiado elevados, nuestros procesos están anticuados…”

Seguro que has escuchado o incluso has expresado alguna de estas quejas más de una vez. Pues bien, en esta entrada vamos a hablar de algo que probablemente no te va a gustar: tú eres el responsable de todo lo anterior.

Cuando decimos que eres el responsable no nos referimos a que seas el causante de todos los problemas listados en el primer párrafo, sino más bien a que eres el responsable de estar en una situación en la que sufres dichos problemas. Es decir, debes verte a ti mismo como responsable de tu situación y a su vez como solución a la misma. No eres víctima de las circunstancias, no eres un peón de ajedrez al que mueven por el tablero y dejan a merced del oponente, sino que tú eres el jugador que mueve las fichas. Si estás frustrado con tu trabajo, tu empresa o tus compañeros, entonces deberás dejar de invertir tiempo y energía en lamentarte y crear explicaciones sobre quién tiene la culpa, y pasar a invertir ese tiempo y energía en cambiar la situación.

Básicamente, es posible cambiar tu situación de dos maneras:

  1. Cambiar aquello que no te gusta
  2. Cambiar tu puesto de trabajo

Cambiar aquello que no te gusta

Muchas veces nuestra reacción a una situación desagradable consiste en enfadarnos, quejarnos, hablar sobre lo incompetentes que son los demás o sobre la mala suerte que tenemos. Sin embargo, también tenemos la opción de cambiar nuestra actitud ante el problema (vemos el mundo a través de nuestros ojos, y no tal y como es de manera objetiva), o abordado activamente por nuestra parte para solucionarlo

En lugar de quejarte sobre la situación, haz lo posible por mejorarla. Evidentemente hay cosas que no puedes cambiar, con lo cual lo que debes hacer es aprender a aceptarlas y vivir con ellas, pero seguro que hay muchas cosas que puedes mejorar si dedicas tiempo y energía a ello en lugar de limitarte a quejarte. Para cambiar la situación, empieza por cosas que te molesten lo suficiente pero que a su vez sea relativamente fácil mejorar. Deberás concentrarte pues en aquellas cosas que puedes influenciar de manera positiva y hacer todo lo posible por mejorarlas.

Cambiar tu puesto de trabajo

Una parte muy importante de un buen Gestor de Proyectos es su actitud ante las situaciones y problemas que encuentra en el camino. Uno de los puntos en común de los gestores, tanto de proyectos como de departamentos o empresas, es que tienden a verse a sí mismos como responsables, incluyendo el hecho de llegar al mejor resultado posible gestionando los recursos disponibles. El hecho anterior implica que en la naturaleza de un buen Gestor está el concentrarse en el primer punto, es decir, cambiar y mejorar aquello que no funciona. Sin embargo, hay situaciones que simplemente no puedes influir y algunas veces la única salida puede llegar a ser cambiar de puesto de trabajo.

Bajo nuestro punto de vista, es imprescindible valorar siempre esta segunda opción para no acabar quedando atrapado en una empresa o un puesto que no nos pueda satisfacer a largo plazo. Para ello deberemos pensar siempre en nuestra formación, mantener y mejorar nuestro valor como trabajadores, ganar experiencia en campos que nos puedan ofrecer posibilidades futuras, permanecer flexibles en cuanto a horarios y lugar de trabajo, etc. Muchas de las barreras que podamos tener a la hora de cambiar de trabajo son bien autoimpuestas (lo vemos más difícil de lo que es, no estamos convencidos de poder dar el paso, tenemos miedo a lo que vendrá) o vienen de no prepararse para esta situación (no aprender nuevas tecnologías, no hablar idiomas, demasiado tiempo en el mismo puesto de trabajo).

Por lo tanto, debemos prepararnos continuamente para un posible cambio de empresa y no tener miedo a dar el paso si creemos que nuestro puesto actual no nos puede hacer felices a largo plazo.

Conclusión

Si evitas verte como una víctima de las circunstancias y pasas a asumir la responsabilidad por tu situación conseguirás dos cosas a cada cual más valiosa: tomarás la iniciativa para cambiar aquello que te desagrada y, lo es todavía más importante, serás consciente de que tú eres el responsable de tus éxitos.


Lectura recomendada para continuar leyendo sobre responsabilidad en Gestión de Proyectos:

¿Con qué actitud estás asumiendo la responsabilidad de un proyecto?


 

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